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Índice de temas religiosos
Estamos en "los tiempos finales" (enlace)

Índice

Sacrificio

Rito

Misterios

Sacramentos

Deber de ir bien vestidos

¿Qué es un sacrificio?

Es desprendernos de algo nuestro por amor

Por amor a nosotros mismos, como cuando dedicamos unos años de nuestra vida a estudiar para obtener un título, en vez de dedicarlos a nuestros placeres.

Por amor a los demás, como cuando dedicamos nuestro tiempo, unos segundos de nuestra vida, a ayudar a orientarse a alguien que se ha perdido. (Sacrificio muestra de amor puro, pues probablemente no le volvamos a ver jamás).

Por amor a Dios:

Sacrificar también es una forma de pagar nuestras deudas

Por ejemplo:

Ver más sobre el sacrificio en el Tratado del Espíritu Santo, de Mons. Gaume (buscar la palabra “sacrificio” en el texto).

Qué es un rito

Es un acto en el que todos los participantes tienen que hacer ciertas cosas y no tienen ninguna libertad de hacerlas de otra forma.

Deben moverse y decir lo que está previsto que digan.

Beneficios de los ritos:

Importancia de los ritos

El demonio, que no es tonto, sabe de la importancia del ritual. Y por eso una de las cosas que se cargó cuando tomó el Vaticano en 1958 fue el ritual (¡viva la espontaneidad, la libertad, la originalidad!).

Pero para sus seguidores sí que los mantiene:

"utilizando las herramientas y los métodos masónicos, basados en el acatamiento estricto del ritual y en el estudio del simbolismo como medio de acceso al saber". Artículo titulado Las masonas crean la primera Gran Logia Femenina de España, en ABC.

Extracto de "El principito" hablando de la importancia de los ritos

"- ¡Domestícame... por favor! -dijo el zorro.

- Quisiera hacerlo -respondió el principito-: pero no dispongo de tiempo. Además, quiero buscarme amigos y conocer muchas cosas.

- Sólo se conocen bien aquellas cosas que se domestican -dijo el zorro-. Los hombres ya no tienen tiempo para conocer nada; compran las cosas ya hechas a los comerciantes; pero como no existe ningún comerciante de amigos, los hombres ya no tienen amigos. Si quieres tener un amigo, ¡domestícame!

- ¿Y qué hay que hacer? -dijo el principito.

- Hace falta ser muy paciente-respondió el zorro-. Primero te sentarás en la hierba, un poco retirado de mí, yo te miraré de reojo y tú no dirás nada. Las palabras son fuente de malentendidos. Pero cada día te podrás sentar un poco más próximo...

Al día siguiente volvió el principito.

- Hubiera sido mejor que volvieras a la misma hora de ayer--dijo el zorro--. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, te estaré esperando desde las tres y cuanto más se aproxime la hora de la cita, más feliz me sentiré. Y para las cuatro me sentir sumamente inquieto por verte y descubriré entonces lo que vale la felicidad. Pero si vienes a horas distintas no sabré cuándo empezar a preparar mi corazón...Los ritos son imprescindibles.

- ¿Qué es un rito?--dijo el principito.

- Es algo también ya muy olvidado-dijo el zorro-. Es lo que hace que un día sea diferente de los demás, y una hora de las otras. Entre los cazadores, por ejemplo, se cultiva un rito. Los jueves acostumbran bailar con las muchachas del pueblo. Como comprenderás, el jueves se convierte en un día maravilloso. Yo puedo entonces salir a pasear hasta los viñedos. Esto significa que si los cazadores no tuvieran día fijo para bailar, todos los días serían iguales y no habría vacaciones para mí."

Ritos cotidianos

Cuando encontramos a alguien:

Es decir, de alguna manera, "abrimos", "iniciamos" un acto y luego lo acabamos, lo "cerramos".

Y lo hacemos en todo acto religioso, que nos santiguamos.

Igualmente deberíamos con todo el resto de actos cotidianos: comer, trabajo, viajes,... y en el cierre conviene hacer un "examen de conciencia", "evaluación post-mortem de un trabajo", "balance", o como le queramos llamar. En México, los concheros, lo hacen al acabar cada uno de sus actos: cada uno dice cómo se siente.

Esto sirve para no ir "dejando rastro", dejando "cosas pendientes", acumulando cosas negativas.

En los actos religiosos (antes, cuando había, en las misas), se hacía la "limpieza" al empezar el acto: lo primero era reconocer nuestros pecados, para poder asistir "limpios" al resto del acto.

Los misterios de la religión

Cuando éramos bebés, era misterioso para nosotros cómo pulsando un botón se encendía la luz. De mayores lo entendimos.

Una hormiga nunca entenderá el juego del ajedrez.

Igual nos pasa a nosotros con los hechos de Dios: nunca los entenderemos porque Dios es quien nos ha creado. Somos el reloj y Dios el relojero. El reloj nunca podrá entender al relojero.

Por eso en la religión hay muchos misterios. (Superiores a la capacidad de la razón, no contrarios a ella -los misterios no afirman 2 más 2 son 5).

Misterios: ¿Cómo es posible que Dios respete nuestra libertad, la libertad de unas meras criaturas, y permita que nos condenemos? ¿Cómo es posible que Dios no nos niegue nunca su perdón cuando se lo pedimos sinceramente (mientras estamos vivos)?

Sacramentos

(son actos mágicos por los cuales recibimos la fuerza de Dios. Pueden dar fuerzas “generales”, que usaremos en todos los aspectos de nuestra vida, o fuerzas específicas para cumplir con las nuevas obligaciones de algún sacramento particular -por ejemplo, el matrimonio da fuerzas generales y particular para cumplir con las obligaciones de casados)

Son los medios principales por los que recibimos gracias de Dios.

Gracia que confiere cada sacramento

Bautismo: nacimiento como células formando parte del invisible cuerpo de Cristo.
En caso de muerte de un recién bautizado o los mártires, van directos al cielo sin pasar por el purgatorio, pues el bautismo (y el martirio) borra todo pecado e incluso las penas temporales.
(El martirio debe ser por amor a Dios, no por amor hacia los demás o por "una buena causa").

Confirmación: fortalecimiento, crecimiento (del alma) dentro del cuerpo de Cristo

Eucaristía: alimentación (del alma)
"Si no comiereis la carne del Hijo del hombre y bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros".

Penitencia: reparación de las heridas (del alma) (sacramento de la penitencia, confesión)

Matrimonio: procreación, multiplicación (de las almas) de la Iglesia militante.

Orden Sacerdotal: formación de jerarquía, de estructura corporal de la Iglesia.

Extremaunción: de fortalecimiento (del alma) para el momento de la muerte

"XV. De las asechanzas del demonio en aquella hora. 621. (...) Nunca el enemigo del linaje humano cesa de maquinar nuestra muerte y ruina, mientras vivimos en este mundo. Pero en ningún tiempo emplea todo su esfuerzo con más furia en perdernos del todo, y arrancarnos, si fuese posible, la esperanza en la misericordia de Dios, como al ver que se acerca el último día de la vida. Por lo mismo se provee a los fieles de armas y fuerzas mediante este Sacramento, con las cuales puedan destruir el esfuerzo y el ímpetu del enemigo, y hacerle vigorosa resistencia. Porque con esa gracia se conforta y se alienta el alma del enfermo con la esperanza en la bondad de Dios, y esforzado con ella, lleva con menos trabajo todas las molestias de la enfermedad, y burla más fácilmente las artes y astucias del demonio que le acecha para derribarle." Catecismo de Trento.

Actos mágicos

Los sacramentos pueden verse como actos mágicos ejecutados por un “mago” / “brujo” / “chamán” sobre el que lo recibe, usando unas “fórmulas mágicas” (palabras, “forma” es su término teológico), y usando unos ritos y/o materiales (“materia” es su término teológico). Así, en el bautismo el sacerdote usa agua (materia) y pronuncia una frase (forma) mientras derrama el agua sobre la cabeza del receptor.

Dichos actos mágicos producen unos efectos invisibles en el receptor. En términos teológicos el receptor recibe gracias de Dios, como decíamos al inicio. Aunque son invisibles es lo único importante, claro.

Evidentemente, todos los magos, brujos, lamas, chamanes, se llamen como se llamen, interlocutores entre el mundo material y el espiritual, si no son de la Iglesia, están trabajando para el Diablo en mayor o menor grado. (Si son como curanderos, que se dedican exclusivamente a utilizar los aspectos medicinales de las hierbas u otros materiales, o a componer huesos, esos no tienen trato con el Diablo).

Deber de ir bien vestidos (decentemente)

Una de las consecuencias del pecado Original es "que se vieron desnudos" y necesitaron cubrirse.

Pío XI, en 1930, dictó las siguientes normas:

Las mujeres son más sensibles a la belleza y es correcto que cuiden más la belleza de sus vestidos o arreglos personales (uñas, pelo,...).

Evidentemente, para asistir a los actos religiosos hay que extremar estas recomendaciones e ir lo más elegantes posible, acordes con la importancia del acto. (Mujeres con velo, no zapatillas de deporte, no tejanos, sí corbata, etc...).

Comunión de los santos

Todas las obras buenas que hacemos y sacramentos que recibimos beneficia al resto de miembros de la Iglesia.

Pero la comunión de los santos no llega a los que rechazan a Cristo y los cristianos en pecado mortal.

La gracia (de Dios)

La gracia es la fuerza, el influjo de Dios que mueve todo: desde el Sol, una hoja de un árbol, o nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, sensaciones (ojo, ver detalle más adelante). Sin ella, las cosas dejarían de existir, nuestro cuerpo de vivir y nosotros de pensar o percibir.

La gracia es la fuerza que nos permite hacer y desear el bien, de pensamiento y de obra. Con nuestras solas fuerzas sólo podemos hacer el mal (incluso los gentiles pueden hacer, con sus solas fuerzas, un bien -amar a sus hijos-, pero este bien es “natural”, no “sobrenatural”, es sin ninguna utilidad para su vida futura).

La gracia es como la luz del sol y nosotros las ventanas de una casa. Nosotros somos libres de abrir y cerrar las ventanas. Nosotros somos incapaces de hacer luz, podemos alumbrarnos si abrimos las ventanas o estar en la oscuridad si las tenemos cerradas.

Los demonios son los que nos incitan a cerrar las ventanas y, en la oscuridad, pecar.
Cuanto más abrimos las ventanas, más gracia recibimos que nos incita y da fuerzas para abrirlas más y vivir en la verdad.

Recibimos gracia:

Gracia santificante

Hay varios tipos de gracia. La principal es la gracia santificante, que recibimos en el Bautismo y nos hace hijos de Dios y herederos de la gloria (si nos salvamos), miembros del cuerpo místico (invisible) de Cristo, miembros de la Iglesia (militante mientras vivos).

Es un don divino por el que participamos de la naturaleza de Dios como el hierro candente que, sin dejar de ser hierro, es como el fuego. Es “el comienzo de la gloria en nosotros” (S. Tomás de Aquino), es una “realidad divina en nuestras almas”, es como una “trasfusión de sangre divina en nuestras almas” (Royo Marín). Estar en gracia es la forma correcta de “ser como Dioses”, de conseguir lo que el Demonio prometió a Adán y Eva, de que nuestra alma sea algo divina.

Recibimos su gracia santificante mientras no estamos “muertos” a ella, en pecado mortal, como cuando un miembro se nos duerme y no lo sentimos.

Cuando estamos en gracia (santificante), las tres personas de la Trinidad residen en nuestra alma, y “El cristiano es divinizado físicamente, y, en cierto sentido, sustancialmente, puesto que, sin convertirse en una misma sustancia y en una misma persona con Dios, posee en sí la sustancia de Dios y recibe la comunicación de su vida”. El Espíritu Santo en nosotros.

“La persuasión que tenemos de la presencia real del cuerpo de Jesucristo en el copón nos inspira el más profundo horror a la profanación de ese vaso de metal. ¡Qué horror tendríamos también a la menor profanación de nuestro cuerpo si no perdiéramos de vista este dogma de fe, tan cierto como el primero, a saber, la presencia real en nosotros del Espíritu de Jesucristo! ¿Es por ventura el divino Espíritu menos santo que la carne sagrada del Hombre-Dios? ¿O pensamos que da Él a la santidad de esos vasos de oro y tempos materiales más importancia que a la de sus templos vivos y tabernáculos espirituales? Nada, en efecto, debería llenar de tanto horror al cristiano como la posibilidad de perder ese tesoro divino por el pecado mortal”. El Espíritu Santo en nosotros. p.80

Otras gracias

La gracia puede tomar forma de ideas (conscientes), pero también la recibimos sin darnos cuenta, cuando estamos inconscientes (en sueños, o como los niños, locos, o paganos).

Hay carismas o gracias como la ciencia, la profecía, el don de lenguas y de milagros, y otras (I Cor. 12 8-10.), que por el bien público de la Iglesia, y no al bien particular de cada uno, pueden concederse tanto a buenos como a malos (miembros vivos o miembros muertos del cuerpo de Cristo, la Iglesia).

Y, desde luego, todos, buenos y malos, reciben la gracia del Sol, la lluvia y el mantenerse con vida.

Errores

Creer que la sociedad sólo necesita ética, moral, educación, mejores leyes,avance de la técnica, progreso,...
«Estáis salvados por la gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir» (Ef 2,8-9).

Nosotros solos no podemos hacer absolutamente nada bueno con nuestras propias fuerzas (Jn 15,5). Todo lo bueno que hacemos, lo hacemos incitados por una gracia de Dios y con las fuerzas de su gracia.

Es una ficción, un sueño, una fantasía creer lo contrario (aunque por desgracia es una equivocación bastante común).

Todo es gracia, todo es don de Dios (Sant 1,17). El hombre, por sí mismo, «es nada» (Gál 6,3), y si no lo reconoce, vive en la mentira. San Pablo pregunta al soberbio: «¿qué tienes tú que no lo hayas recibido? Y si lo recibiste ¿de qué te glorias, como si no lo hubieras recibido?» (1 Cor 4,7). De sí mismo confiesa: «por la gracia de Dios soy lo que soy» (1 Cor 15,10)

El esfuerzo de voluntad ayuda pero es insuficiente

Por el ejercicio voluntarioso de las virtudes nos vamos asemejando a Jesucristo, pero la gracia es insustituible para salvarnos.

«Los limpios de corazón verán a Dios» (Mt 5,8). En efecto, el ejercicio de las virtudes facilita «la adquisición del conocimiento de nuestro Señor Jesucristo» (2 Pe 1,5-8). Pero nadie puede llegar a conocerle si el Padre no se lo revela (Mt 16,17), y nadie puede llegar a él si el Padre no le atrae (Jn 6,44). Él atrae a todos a la Salvación. Nadie puede salvarse si no es con el deseo y fuerzas que la gracia de Dios le da.





Acabo de publicar unos libros muy interesantes sobre el cielo y el ángel de la guarda, de sacerdotes de principios del siglo XX. Tienen reseñas de los mismos en esta página de mi otra web

Rezar el Rosario (mejor en latín) es el principal recurso que nos queda.

Estas páginas son apuntes que pueden contener errores de un servidor y se van mejorando con el tiempo y la gracia de Dios.

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